Contemplaciones a través del Santo Rosario

Con la ayuda de María y de José, se escriben estas contemplaciones, rogando que, por su intercesión,
puedan ayudar a que amemos cada día más a Jesús y nos vayamos identificando más con Él.
Son contemplaciones que surgen al rezar el Santo Rosario, según aprendido de San Josemaría Escrivá, a quien pido también
su intercesión para que puedan servir -aunque sea a uno- a enamorarse más de Dios, de Nuestra Madre del Cielo y de su
Amadísimo Esposo, San José.
Un pecador, hijo pródigo de María y de José
-Edmundo J. Garza Ponce de León

Introducción

Los misterios que por siglos han considerado los cristianos hijos de María, al rezar el Santo Rosario, que abarcan desde el Anuncio del Ángel hasta la Coronación de Nuestra Señora como Reina de todo lo creado, guardan y entretejen muchas maravillas. Y es que “María propone continuamente a los creyentes los ‘misterios’ de su Hijo, con el deseo de que sean contemplados, para que puedan derramar toda su fuerza salvadora” . Son tantas las maravillas que María nos propone contemplar que, haciendo uso de la libertad de espíritu, podríamos considerar, cada día de la semana, distintos misterios. Misterios llenos de gozos, de luces, dolores y glorias. Misterios llenos de enseñanzas y alegrías, para que podamos destilar de ellos alimento y consuelo para nuestras almas; para que podamos alabar, agradecer y bendecir a Dios, de la mano de María, Nuestra Madre del Cielo y de su amantísimo Esposo, San José, Nuestro Padre y Señor.
Ampliar los misterios que podemos contemplar al rezar el Santo Rosario nos pone a tono con lo que el Santo Padre Juan Pablo II nos dejó escrito: “considero oportuna una incorporación que, si bien se deja a la libre consideración de los individuos y de la comunidad, les permita contemplar también los misterios de la vida pública de Cristo desde el Bautismo a la Pasión” . Son muchos los ejemplos y enseñanzas, milagros y escenas que entre el Bautismo y la Pasión podemos contemplar acompañados de María. A todas estas contemplaciones las llamamos misterios de luz, pues “durante la vida pública es cuando el misterio de Cristo se manifiesta de manera especial como misterio de luz.” De igual forma, podemos atrevernos a ampliar la contemplación de los misterios gozosos, aprendiendo de la infancia de Jesús y de su vida en familia pues “meditar los misterios «gozosos» significa adentrarse en los motivos últimos de la alegría cristiana y en su sentido más profundo.”
La Iglesia nos “extiende una cordial invitación dirigida a todos para que hagan de ello una experiencia personal: sí, verdaderamente el Rosario « marca el ritmo de la vida humana », para armonizarla con el ritmo de la vida divina, en gozosa comunión con la Santísima Trinidad, destino y anhelo de nuestra existencia.” Con la ayuda de Nuestra Madre del Cielo y de Nuestro Señor San José llegamos más fácilmente a Jesús, y unidos e identificados con Él, estamos unidos al Padre en el Espíritu Santo. ¡Quién como la Hija de Dios, Madre de Dios y Esposa de Dios para enseñarnos y ayudarnos a alcanzar esa gozosa comunión con la Santísima Trinidad! Por ello, también nos podemos atrever a contemplarla y meditar sobre su intima relación con la Trinidad y su relación con nosotros.
No se pretende con estas Contemplaciones que sustituyamos la contemplación de los misterios que Nuestra Santa Madre la Iglesia nos invita a considerar cada día, en el rezo del Santo Rosario, sino que los complementemos, pues a Nuestra Madre le agrada que podamos recitar y meditar muchas veces ésta su oración favorita.

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